sábado, septiembre 24, 2011

Sin título lo escribí yo...



De un dolor de panza murió la nena Adela, estaba tan joven la probresita, con sus dieciséis años y un nudo de nostalgias que le apretaban tan fuerte que casi vomitaba, y como siempre en estas historias falsas, un hombre imprudente por su maldecido camino la acompañaba, !Ay Adela! cuánto le amabas, que hasta las lombrices se te arremolinaban, pero cuando se iba a imaginar ella, que el amor de tan fuerte que te pega, le fuera a presentar hasta con la sombra de la muerte, muerte propia y la ajena.

Doña Estela la curandera, sin aliento se quedaba de tanto que le rezaba para que los demonios se le salieran, el padrecito Juancho, que cansado de confesarla y perdonarle su gran pecado, le huía nomás de mirarla entrando a la iglesia, ¿qué podría hacer por ella? si cincuenta veces en cincuenta días la absolución sólo le retorcía las penas, y el mayoral Villegas que le quería sacar el corazón, pensando que le arrancaría la enfermedad del desamor a su niña eterna.

Luis Loera, se llamaba, aquél que desde que partió la enfermara, el muy canijo parecía que disfrutaba del sufrimiento en las muchachas, sí, muchachas, porqué no sólo era la Adela, sino toda aquella con el cuerpo ansioso y el alma serena, de las que el muy bárbaro se aprovechaba, pero no sabía que tanto de llorar aquella, se lo llevaría consigo arrastrando cadenas.

Ya no rezaba por tenerlo de nuevo, ya no rezaba por el capricho, más bien rezaba para que aquél maldito de angustias y dolores cruentos padeciera, que se revolviera como ella, en la cama o donde fuera, que tanto mal le había hecho que no merecía más que un gran tormento, así ella lavaría su error, aunque sufriera al verlo lleno de vacío y de miserias, desdibujado de aquellas risas y euforias que le adornaban cuando estaba acompañado, así tanto dolor había soportado Adela, que lo imaginaba a cuestas, hasta que cargado de arrepentimientos, perdones repartiera a gritos rebotados en el viento cómplice de su condena.

Tanto mal había hecho el loco de Loera, que el destino o lo que sea, le cumplió el deseo a la pobre Adela, allá por el túnel eterno de la desdicha, pagando su sentencia le alcanzó y le dijo: aqui me tienes ahora si todo tuyo, de la mano soportarémos la batalla de nuestra propia destrucción, por no haber jugado limpio, por no haber entregado el corazón...

Soy Maggy


Cuando mi maestra me pedía escribir un cuento y yo se lo entregaba siempre me decía: "ya no vea telenovelas" ... obvio ofendido mi corazón se sentía pero a lo mejor no se equivocaba ella...

 Con cariño:
Para mi maestra Angélica, que me rayoneó sin cesar mis cuentos corrigiendo mis ideas... 





1 comentario:

Miss B. dijo...

A mí me gustó tu cuento.
No sabía que tuvieses blog. Creo que eso me gustó más. (=